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Nuestro idioma

2016-2018 Vol. 3 Núm. 1 Artículo 4

Cédric Villani


¿Cuál(es) idioma(s) deben utilizar los matemáticos para comunicarse entre ellos? Un debate bastante antiguo y dominado más fuertemente por cuestiones políticas que por elecciones racionales.

¿Un idioma global para la ciencia?

En 2013, el geólogo estadunidense Scott Montgomery publicaba una obra titulada Does Science need a Global Language?1

Al término de más de 200 páginas de discusión, Montgomery respondía “YES”, ... una respuesta bastante natural: como actividad global, la ciencia funciona a base de intercambios globales, y los artículos de investigación deben ser accesibles para todos.

Pero como lo podemos sospechar, el debate es más sutil, y la obra no estaba consagrada completamente a la pregunta planteada: se trataba, más generalmente, del delicado tema del idioma de comunicación de la ciencia y de todo lo que eso implica. Puesto que language is power.

Replanteemos la discusión en un contexto histórico. Simplificando a grandes rasgos, podemos decir que el idioma de la ciencia fue primeramente el griego; después, el árabe; después, el latín. El redescubrimiento de antiguos autores griegos, traducidos del árabe al latín, causó una conmoción considerable en la Europa del siglo XIII...

En el Renacimiento, el latín se impuso como el idioma de los intercambios científicos internacionales por varios siglos — Copérnico, Galileo, Newton y Euler publicaron la mayor parte de sus obras más importantes en latín—. Paralelamente, los escritos científicos en idiomas comunes2 se multiplican; es así que Galileo redacta en italiano sus obras cientifico-polémicas Il saggiatore y Dialogo sopra i due massimi sistemi del mondo, o que Euler redacta en francés sus Lettres à une jeune princesse allemande. Las primeras revistas científicas aparecieron en París y Londres en el siglo XVII, y en cada una se publica en el idioma del país correspondiente.

Cuando el latín pasó de moda, los idiomas comunes despegaron. Para los matemáticos, probablemente la geometría diferencial simbolice mejor esta evolución: Gauss publica su célebre Theorema Egregium de 1827 en latín, mientras que su alumno Riemann escribe en alemán, un cuarto de siglo más tarde, los fundamentos de una teoría general de las geometrías no euclideanas.

Sin embargo, no se trataba de utilizar todos los idiomas comunes; la multiplicación de los obstáculos lingüísticos hubiera obstaculizado la circulación de las ideas. Por otro lado, como en esta época todos los letrados europeos eran más o menos políglotas, no representaba un problema el dejar coexistir varios idiomas. Así pues, en en el siglo XIX, tres idiomas destacaron: el francés, el alemán y el inglés —y, en menor medida, el italiano—. De esta manera, en 1905, Einstein publicaba todos sus célebres artículos en alemán en Annalen der Physik, la revista de física más importante de la época. De hecho, el alemán era en aquel entonces el idioma dominante en física y en química, mientras que el francés había tomando el leadership en matemáticas.

¡Ocurren entonces las Guerras Mundiales! Debilitamiento provisional de las ciencias francesa y alemana al término de la Primera Guerra Mundial; boycott de los científicos alemanes; incremento del poder de una generación de científicos estadounidenses que preferían publicar en su idioma; propulsión de las universidades estadounidenses hacia los primeros lugares a nivel mundial, con la ayuda del auge económico y de la inmigración masiva de los científicos europeos... Todo eso hizo que el inglés se impusiera como el idioma dominante tanto en la ciencia como en la cultura mundial. Más allá de la simple comunicación, la dominación lingüística era también fuente de poder y de ingresos en un mundo en el cual el uso del conocimiento se convertía en una cuestión económica. Otros dos idiomas científicos relevantes del siglo XX, el ruso y el japonés, se quedaron muy confinados en sus respectivas esferas de influencia y, finalmente, también se desvanecieron.

Símbolo de esta evolución: en 1924, Einstein todavía se tomó la molestia de traducir la obra de Bose del inglés al alemán; veinte años más tarde, nadie más pensaba en hacer esto. Otro símbolo: en el intersticio entre las dos guerras, Torsten Carleman, el más grande matemático sueco de su tiempo, publicaba en francés, en alemán o (con menos frecuencia) en inglés; hoy día, sus brillantes sucesores nórdicos publican exclusivamente en inglés. En cuanto a Annalen der Physik, se ha transformado, salvo el título, en una revista 100% anglófona.

A la búsqueda del idioma universal de los matemáticos

¿Dónde se ubica la matemática en este contexto? Sin tener la pretensión de un estudio detallado, podemos encontrar un reflejo de la problemática al estudiar las actas de los Congresos Internacionales de Matemáticos3.

El Congreso Internacional de 1900 se llevó a cabo en París: en él, las memorias se establecieron en francés, y se tiene registro de tan solo un puñado de textos en inglés de un total de más de 30 contribuciones. Los textos dictados en alemán se tradujeron al francés: tal es el caso de la famosa contribución de Hilbert sobre los “problemas del futuro”. Pero ciertos conferencistas alemanes, como Moritz Cantor (¡afrancesado a Maurice en las memorias!), también se dirigieron al público directamente en francés.

Sobre el tema de los idiomas, dos cosas llaman la atención en estas memorias. La primera es la presentación de un diccionario matemático francés-alemán, reflejo de la posición dominante de estos dos idiomas en la disciplina. La segunda es la mención de una discusión precisamente alrededor del tema que nos interesa: la idea de que las academias del mundo se pudieran poner de acuerdo en un idioma internacional común para las ciencias y el comercio. La proposición había sido planteada por Leopold Leau y Louis Couturat, matemáticos y lingüistas, quienes más tarde serían grandes promotores del ido, un idioma internacional construido en la misma línea que el esperanto. Los idiomas universales eran un tema que interesaba a los matemáticos: Giuseppe Peano, por su lado, trabajaba en el interlingua4; es interesante, sin embargo, volver a leer la memoria de la réplica que hizo Alexander Vasiliev, con motivo del congreso de 1900, a favor de un multilingüismo razonado en lugar de un idioma artificial5.

Después de Francia, el congreso de 1904 debía tener lugar en Alemania, y se hizo en Heidelberg. Las actas nos muestran que el idioma alemán también tomó su turno como idioma mayoritario; y que se decidió publicar las conferencias en el idioma en el que habían sido dadas. Las conferencias plenarias nos ofrecen un bello ejemplo de repartición: ¡una en alemán, una en inglés, una en francés y una en italiano! Y en total: 54 conferencias en alemán, 18 en francés, 7 en inglés, 2 en italiano. En 1912, el congreso se llevó a cabo en Cambridge, y el número de comunicaciones en inglés aumentó de manera considerable; los matemáticos ingleses se felicitaron por haber salido de su relativo aislamiento.

Resumiendo: al inicio del siglo XX, los idiomas matemáticos dominantes eran el francés y el alemán; había una rivalidad entre los dos pero también un diálogo muy nutrido; el inglés y el italiano se practicaban internacionalmente, pero estaban claramente muy por detrás; había, sin embargo, una conciencia aguda sobre la cuestión lingüística global.

En 1920, se retomó el congreso después de la interrupción que causó la guerra; por razones políticas su organización se le impuso vergonzosamente a Estrasburgo, ¡y se excluyó a los alemanes y a los austriacos! Alrededor del 80% de las comunicaciones del congreso estaban en francés y el resto, en inglés (a excepción de un solo artículo en alemán, de un matemático suizo). En 1924, aún se seguía excluyendo del congreso a las potencias derrotadas; la mayor parte de los países grandes añoraban su regreso... ¡pero los franceses (deshonrando al mismo tiempo los valores franceses y los de la ciencia) se seguían oponiendo!6 No es hasta 1928, en Bolonia, que el congreso volvió a ver a todas las grandes naciones matemáticas presentes y a los cuatro idiomas principales bien representados: francés, 127; italiano, 116 (¡un número bastante inflado por el lugar del congreso!); inglés, 54; alemán, 47; hubo un puñado de contribuciones en español; una, en húngaro; una, en latín (el idioma que también utilizó el rector de la Universidad de Bolonia para su discurso). Después, y hasta el congreso de 1936, hubo esencialmente un juego entre tres idiomas: francés, alemán, inglés.

Pero en el primer congreso de la posguerra, en 1950, la situación había cambiado radicalmente: el alemán desapareció para no volver jamás, y presenciamos el triunfo del inglés frente a una minoría francesa. En 1978. en Helsinki, las actas están totalmente en inglés, salvo 6 artículos en ruso y uno, en francés. En 2006, en Madrid, un solo artículo estaba en francés, todo lo demás, en inglés; lo mismo en 2014, en Seúl.

Para interpretar esta espectacular concentración lingüística, tenemos en primer lugar las evoluciones geopolíticas mundiales, después, el crecimiento matemático estadunidense de mediados del siglo XX (en parte debido a su auge interno, en parte debido a la inmigración europea). Y el hecho de que el francés haya podido continuar existiendo como idioma internacional, aunque fuera en una dosis mínima, ciertamente se debe tanto al orgullo francés como a la influencia de autores importantes que han publicado en francés (Bourbaki y su “gran familia”, Grothendieck y su escuela de geometría algebraica, Meyer-Dellacherie y su escuela de probabilidad...).

What next?

Un hecho emblemático de la nueva predominancia del inglés es que, en 1967, Eugene Garfield (especialista de la información, inventor de la muy desprestigiada ISI Web of Science y del siniestro Impact Factor) se volvía a plantear la cuestión del idioma universal de la ciencia; él constataba el fracaso de los idiomas construidos y concluía que “in written communication English has become the international language of science7. ¡No es insignificante notar que el que se interesaba en esta cuestión era el hombre que encarnaría la comercialización de la información científica!

¿Es indignante la dominación anglófona en los intercambios científicos internacionales? Esta pregunta está sometida a debates recurrentes, en el mundo científico y en el mundo político, pero podemos dar varias razones para decidirse, hasta nuevo aviso.

De entrada, toda la historia lingüística está ligada a la historia política, y los idiomas se han impuesto a través de vínculos de dominación internacional, guerras de colonización, etc. Tal era ya el caso en la época de las conquistas romanas, y el éxito internacional del francés también se debe en gran parte a dichos factores. Un gran numero de países colonizados entendieron que era de su interés conservar esta herencia como factor unificador y de enriquecimiento cultural, aunque les recordara un periodo sombrío. Por cierto, el movimiento de arabización de las ciencias acarreó, en ciertos países divididos entre el idioma árabe y el idioma francés, una confusión extrema.

Después, la historia demuestra bien que Europa continental, y más en particular la pareja franco-alemana, se debe culpar a sí misma por haber perdido su posición dominante — sin las guerras mundiales, la cuestión del idioma de las ciencias hubiera podido tomar un camino radicalmente diferente—.

Finalmente, reintroducir el multilingüismo por principio es hoy más problemático que en la época en la que Vasiliev se inclinaba por esta solución. En primer lugar, porque es mucho más difícil recrear un multilingüismo que preservarlo; después, porque la competencia científica se ha vuelto bastante fuerte y que los artículos luchan ferozmente por atraer la atención de un máximo numero de lectores potenciales; final y principalmente, porque en este tiempo, la ciencia ha tenido un movimiento de globalización inaudito, y la mayoría de los científicos en el mundo no tienen un idioma europeo como idioma natal. No implicaba mayor problema exigirle a un europeo la práctica de tres o cuatro idiomas europeos, pero ¿en nombre de cuál derecho se lo exigiríamos a un joven chino quien tiene, de manera altamente entendible, una mayor dificultad en dominar una lengua europea?

En el caso particular del francés, podemos dar, además, un argumento a favor y un argumento en contra. El argumento a favor es que el francés, en ningún momento, ha desaparecido completamente como idioma internacional en matemáticas, y que si quisiéramos promover el surgimiento de un rival para el inglés, este sería el candidato natural. Y el argumento en contra es que, en el espíritu francés, está el buscar siempre una solución universal (como ya se hizo en 1900); querer reintroducir el francés cuando el inglés ya ha ganado la competencia es querer que Francia juegue en contra de los valores franceses. Por supuesto, ¡no sería la primera ocasión!

En este debate hasta ahora he hablado del idioma de comunicación internacional. Pero la existencia de este tipo de lenguaje no se opone a la práctica de otros lenguajes comunes que permiten preservar una comunidad que se reconoce afinidades (con un gran desafío para Francia en las próximas décadas, la del África de habla francesa) ya que facilita los intercambios entre sus miembros, proporciona un entorno propicio para la reflexión (porque uno siempre piensa con mayor facilidad en su lengua materna) y cuida los patrimonios culturales. Y el inglés, idioma internacional, ciertamente no impedirá que los cursos, exposiciones, regulaciones y transmisiones se hagan en francés. De acuerdo a mi experiencia, un investigador francés activo internacionalmente, que aún poseyendo un puesto en Francia viaja mucho, utilizará en su actividad matemática el inglés y el francés por partes más o menos iguales, o al menos equiparables.

Pero en el futuro, ¿puede cambiar la situación?

Un hecho lingüístico contemporáneo muy importante es el surgimiento de traductores automáticos eficientes. Podremos objetar que dichos traductores aún no son realmente eficientes, pero si observamos la rapidez de su progreso, podemos admitir que esto no es más que una cuestión a mediano plazo. Estos progresos son debidos, principalmente, al surgimiento de técnicas conocidas como aprendizaje automático (machine learning), basadas en la asimilación de montañas de ejemplos, más que en la disección de reglas; son técnicas que, en cierto sentido, son más cercanas al método instintivo con el cual los niños aprenden idiomas. Una característica importante de estas traducciones es que su calidad se incrementa con la cantidad de corpus bilaterales: mientras más textos traducidos del idioma X al idioma Y haya, mejor será la calidad de la traducción a realizar.

Soñemos un poco e imaginemos que, en el futuro, seguimos la vía de la traducción automática para la publicación de la investigación científica internacional (porque el esfuerzo será menor para los autores, porque los contribuyentes no anglófonos estarán contentos de poder consultar el fruto de las investigaciones públicas, porque será la oportunidad justamente de hacer revivir otros idiomas...). Y supongamos que se establezca una comisión internacional para, precisamente, determinar el mejor camino a seguir. ¿Cuáles podrían ser sus recomendaciones?

Podemos imaginar al menos tres escenarios.

El primero podría llamarse la Opción Torre de Babel: cada quien publica en su idioma, cada quien desencripta en su idioma. Por supuesto, los usuarios de idiomas minoritarios estarían en desventaja con respecto a los otros, porque la calidad de la traducción estaría perjudicada por el pequeño corpus de traducciones; en particular, para la traducción de un idioma poco común a otro idioma poco común. De paso, mi experiencia de editor me hace pensar que el chino se convertiría rápidamente en el idioma más representado.

La segunda podría ser la Opción Universalista: cada quien traduciría su texto a un idioma universal (el cual podría ser el inglés, o el latín, o el esperanto, o el ido, aun cuándo mi elección es que el francés vaya en primer lugar ;-)) y cada quien desencriptaría de este idioma universal hacia el suyo. Una ventaja de esta opción es que crea un corpus enorme para el idioma universal, y evita los problemas de traducción de un idioma poco común hacia otro. Además, si cada usuario tiene nociones del idioma universal, retocaría sistemáticamente la traducción y publicaría los dos textos uno al lado del otro, aumentando el corpus, basándose en la idea de que uno corrige más fácilmente su texto que el texto de otro. (Garfield argumentaba que era imposible, por razones de espacio, publicar traducciones simultáneas en inglés, francés, alemán, japonés, ruso... pero ahora, el espacio de almacenamiento ya no cuesta nada, o casi nada.) Alternativamente, el editor podría encargarse de hacer la edición del texto en el idioma universal, y los lingüistas podrían hacer su aparición en los comités de las revistas...

Y la tercera podría ser la Opción Altruista: cada quien traduce su texto a un idioma elegido al azar (¿de acuerdo a un algoritmo probabilístico a desarrollarse?) antes de publicarlo. Y cada idioma tendría editores (trabajando para diversas revistas) que releerían el texto traducido automáticamente para mejorarlo antes de su publicación. Esta opción, que puede parecer descabellada a primera vista, tiene un pequeño aroma de la época en la que los científicos publicaban en diversos idiomas, y tendría la ventaja de participar en la preservación de los idiomas. ¿Dónde habría que poner los límites?, ¿llegaríamos a traducir textos a idiomas melanesios, en alfabetos que nunca antes habrían sido empleados en ciencias? ¿Quién sabe?

Sea cual fuere la opción elegida, un problema importante se presentará en la práctica: ¡la traducción científica no es solamente un caso particular de traducción usual del idioma! De entrada, porque los corpus de los textos son más pequeños; luego, porque las palabras en ciencia tienen sentidos precisos y, a veces, bastante distintos de los del idioma usual; finalmente, porque ciertas palabras científicas no tienen un equivalente en ciertos idiomas. (Por el contrario, se podrá argumentar que la diversidad de los aspectos y fórmulas dentro de los artículos científicos es mucho más baja que la de la lengua literaria8.)

Y en matemáticas, se formularia también la cuestión del tratamiento de las formulas TeX, pero podemos argumentar que sería facilitada por la alta estandarización de dichas expresiones — a condición de que se encuentren desarrolladores suficientemente motivados para trabajar seriamente en la cuestión—.

Mathematics lost in mathematical translation

Para terminar, haré una pequeña prueba a partir del primer enunciado de mi librote sobre transporte óptimo, escrito en inglés (y en TeX):

Let $(X,\mu)$ and $(Y,\nu)$ be two Polish probability spaces ; let $a:X\longrightarrow\mathbb{R}\cup\{-\infty\}$ and $b:Y\longrightarrow\mathbb{R}\cup\{-\infty\}$ be two upper semicontinuous functions such that $a\in L^1(\mu)$, $b\in L^1(\nu)$. Let $c:X\times Y\longrightarrow\mathbb{R}\cup\{+\infty\}$ be a lower semicontinuous cost function, such that $c(x,y)\geq a(x)+b(y)$ for all $x,y$. Then there is a coupling of $(\mu,\nu)$ which minimizes the total cost $Ec(X,Y)$ among all possible couplings $(X,Y)$.

Si lo traduzco al español yo mismo, obtengo:

Sean $(X,\mu)$ y $(Y,\nu)$ dos espacios de probabilidad polacos ; sean $a:X\longrightarrow\mathbb{R}\cup\{-\infty\}$ y $b:Y\longrightarrow\mathbb{R}\cup\{-\infty\}$ dos funciones semi-continuas superiormente tales que $a\in L^1(\mu)$, $b\in L^1(\nu)$. Sea $c:X\times Y\longrightarrow\mathbb{R}\cup\{+\infty\}$ una función de costo semi-continua inferiormente, tal que $c(x,y)\geq a(x)+b(y)$ para todos $x,y$. Entonces existe un acomplamiento de $(\mu,\nu)$ que minimiza el costo total $Ec(X,Y)$ entre todos los acomplamientos posibles $(X,Y)$.

Si lo traduzco al español usando Google Translate, obtengo (conservando las fórmulas TeX):

Deje $ (X, \mu) $ y $ (Y, \nu) $ haber dos espacios de probabilidad de Polonia; dejar que $ a: X \longrightarrow \mathbb{R} \cup \{- \infty \} $ y $ b: Y \longrightarrow \mathbb{R} \cup \{- \infty \} $ sea dos funciones semicontinuos superiores tales que $ a \in L^1 (\mu) $, $ b \in L^1 (\nu) $. Vamos $ c: X \times Y \longrightarrow \mathbb{R} \cup \{+ \infty \} $ sea una función de coste semicontinua inferior, de tal manera que $ c (x, y) \geq a (x) + b ( y) $ para toda $x, y $. Luego hay un acoplamiento de $ (\mu, \nu) $ que minimiza el coste total de la $Ec (X, Y) $ entre todos los posibles acoplamientos $ (X, Y) $.

¡No está tan mal! Podemos reprochar algunos problemas de sesgo, pero entendemos bastante bien de qué se trata. ¿Qué pasa si hago lo mismo con un intermediario: traduzco del inglés al chino y del chino al español? He aquí el resultado que obtengo:

Deje $ (X, \mu) $ y $ (Y, \nu) $ es de dos espacio de probabilidad polaca; dejar que un $: X \longrightarrow \mathbb{R} \cup \{- \infty \} $ y $ b : Y \longrightarrow \mathbb{R} \cup \{- \infty \} $ es una función tanto de la l semicontinuo, o $ \ ^1 (\mu) $, $ b \in L^1 (\nu ) $. Deje $ c: X \times Y \longrightarrow \mathbb{R} \cup \{+ \infty \} $ es la mitad inferior de la función de coste, por lo que, $ c (X, Y) \geq a (X) + b (Y )$ para el todo $x, y $. Luego está la pareja $ (\mu, \nu) $ costo total de $ Ec (X, Y) $ de todos los posibles acoplamientos $ (X, Y) $ habitación a un mínimo.
De entrada, ni siquiera se entiende ya realmente de que se trata... Es tal vez una nueva forma de escribir poesía (¿acoplamiento entre las posibilidades?), como en una excelente novela de Philip K. Dick en la cual se utilizan las dobles traducciones para producir acertijos.

¿Pues bien? La revolución de la traducción científica automática es probablemente ineludible, pero estoy preparado a apostar que no sera para mañana. Learning English is still a good idea.

Posdata:

Agradecimientos a Simon Billouet, Maxime Bourrigan, Matthieu Jacquemet, Patrick Popescu-Pampu, Michele Triestino y los revisores cuyos seudónimos son Mateo_13 y fluvial por sus comentarios sobre este artículo.



Cédric Villani

CÉDRIC VILLANI
Cédric Villani es un matemático francés especializado en ecuaciones en derivadas parciales y en física matemática. Ganó la Medalla Fields en 2010.


1. Podemos consultar la reseña aquí.


2. ¡“común” en el sentido de “hablado comúnmente”, y no de “compartido”!










































3. Todas las actas (salvo las del Congreso de Seul 2014) se pueden revisar en http://www.mathunion.org/ICM/














4. Para ser precisos, el Interlingua ha denotado diversos proyectos lingüísticos; el de Peano también se llamaba Latino sine flexione.

5. El Sr. Vassilief estima que el movimiento que tiene como objetivo el introducir un idioma universal es bastante simpático y que tiene grandes razones de existir, debido al rápido aumento de la variedad de idiomas que ahora utilizan los científicos para publicar sus obras. Mientras que, a inicios del siglo XIX, a un erudito le bastaba con conocer el latín, el francés y el inglés (Gauss escribía en latín), el número de idiomas empleados en la literatura científica creció con los movimientos nacionales y continua creciendo. Por ejemplo, en estos últimos años, se han publicado memorias matemáticas interesantes en idiomas serbio, croata y en ucraniano. El gran ahínco con el que los japoneses continúan con sus estudios científicos nos pondrá delante de una literatura japonesa si los científicos japoneses ya no quieren más obrar con abnegación en favor de los grandes intereses de la ciencia, como lo han hecho hasta ahora. Será para la ciencia un gran peligro con diez, veinte o treinta idiomas científicos; sin embargo, el Sr. Vassilief cree que no es un idioma artificial, como el idioma Esperanto, o una lengua muerta como el latín, las que puedan remplazar a los idiomas vivos, organismos fruto del trabajo de varias generaciones de pensadores y escritores. También, según él, es en otra vía en la que hay que buscar la solución al problema planteado por las proposiciones del Sr. Leau. Hay que manifestar el deseo de que las publicaciones hechas en los idiomas poco extendidos estén acompañadas de resúmenes redactados en un idioma más conocido en el mundo científico, como lo hacen ahora las academias de Copenhague, de Cracovia, la Sociedad mineralógica de San Petersburgo; es necesario que las obras completas de los eruditos de primer orden se publiquen en dos idiomas, como lo ha hecho la Academia de San Petersburgo con las Oeuvres de Tchebycheff; que las academias impulsen las obras como el Dictionaire mathématique français-allemand, de Félix Muller, o la publicación de la Encyclopédie mathématique de Meyer y Burkhardt en idioma francés. En consecuencia, el Sr. Vassilieff propone expresar el siguiente deseo, más general que el del Sr. Leau, y que puede tener más consecuencias prácticas: que las academias y sociedades científicas de todos los países estudien los medios necesarios para remediar los males provenientes de la creciente variedad de idiomas empleados en la literatura científica. Este voto es adoptado por la mayoría de los delegados presentes. (Fuente).

6. Claro que aquí simplifico las cosas; entre los franceses había aquellos que favorecían y aquellos que se oponían a la reintegración de las “potencias centrales“; además, la ciencia alemana se estaba internacionalizando más que nunca aun a pesar del boycott. Para más detalles sobre las evoluciones culturales de la comunicación matemática internacional desde de la Primera Guerra Mundial, se puede consultar el análisis de Reinhard Siegmund-Schultze en Seúl:

Reinhard Siegmund-Schultze. One hundred years after the Great War (1914-2014). A century of breakdowns, resumptions and fundamental changes in international mathematical communication. Proceedings of the International Congress of Mathematicians, Seoul, 2014, Vol. IV, 1231-1253.

7. Eugene Garfield. English - An international language for science?, Essays of an Information Scientist. Vol.1 p.19-20, 1967.






























































































8. Esta constatación se debe matizar por múltiples razones: los autores científicos tienen estilos variados; las redacciones varian en función de las disciplinas, de las escuelas, de las épocas y de las individualidades; ciertas obras científicas muy importantes como On the Origin of Species, Les Atomes, On Growth and Form son al mismo tiempo obras literarias y científicas, etc.

    El artículo original La langue de chez nous apareció en Images des Mathématiques el 10 de febrero de 2016.
    Traducción: Cristhian Garay. Con apoyo financiero de FORDECYT.